Esta tira va dedicada a nuestro “excelente” sistema educativo (no solo el universitario), que es incapaz de detectar el esfuerzo, las ganas de trabajar, la motivación y la constancia del alumno, y prima únicamente en el resultado final, sea cual sea el proceso.
Un sistema que fomenta la existencia de mucha (muchísima) gente que se aprovecha de la situación, y convierte su paso por los estudios superiores en un fiestorro constante.
Lo malo es que luego tendremos que fiarnos de “profesionales” que han adquirido sus conocimientos en un par de noches a base de café y no dormir y fullerías varias…
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